Narcomática

Narcosis informática o "Narcomática", como le llamo a este fenómeno, consiste en la adicción que hemos desarrollado por nuestros dispositivos "inteligentes" y la "información" que nos alimentan. Uno de los síntomas principales de una adicción es la dificultad para separarse del agente o sustancia del que somos dependientes. ¿Cuántos podríamos pasar más de unas cuantas horas sin nuestros dispositivos?

A diferencia de gran parte de los narcóticos, los dispositivos móviles indiscutiblemente tienen aplicaciones positivas. Los sistemas de GPS de nuestros dispositivos permiten navegar ciudades que no conocemos o agregar data colectiva para anticiparnos condiciones de tráfico vehicular en tiempo real. Hay aplicativos que ponen en manos de nuestros doctores reproducciones a gran detalle, en tres dimensiones, de nuestro cuerpo y sus distintos sistemas. La mayoría de nosotros ya no usamos calendarios o agendas... aunque sigamos recibiéndolas de nuestros proveedores cada diciembre. Sin embargo, el sobreuso de dispositivos móviles está cambiando nuestras relaciones interpersonales y está acabando con nuestra productividad.

Dos personas que formaban parte de uno de mis equipos tenían oficinas adyacentes, separadas por una vitrina. La relación entre estas dos personas comenzó a hundirse a raíz de una diferencia de opinión. A medida que se hacía más profunda la grieta, menos se hablaban. ¡En lugar de conversar y resolver sus diferencias cara a cara, se hablaban por correo electrónico! Whatsapp ha sido testigo de más de una batalla campal. Estas son situaciones que no son sostenibles en el tiempo y mientras perduran van impactando el funcionamiento del equipo.

Queremos compartir todo lo que vivimos en las redes sociales, con "seguidores" que quizás ni conocemos, cuando se trata de experiencias que realmente solo pueden comprender quienes lo vivieron con nosotros. Avistamos una majestuosa ballena jorobada que salta para cortejar a su hembra y nuestro primer impulso es compartir la foto que capturamos con el cyberespacio en lugar de disfrutar la experiencia con la persona que tenemos tan solo a un metro.

Hay instancias en las que tomamos una decisión consciente de vivir una experiencia que tenemos delante a través de la pantalla del dispositivo. Es, curiosamente, como si sólo eso la hiciera real. Lo increíble es que precisamente en ese intento nos extraemos de ella y dejamos de vivirla. Hace poco veía una señal streaming de un concierto en Londres. Justo cuando la agrupación estaba por interpretar una de sus canciones más populares, se encendieron las pantallas de cientos de dispositivos. De pronto, el vocalista y líder de la banda se dirigió al público y les dijo algo a los efectos de "apaguen sus dispositivos y estén aquí y ahora, disfruten de este momento con sus ojos". Fue un momento muy poderoso y que expuso este fenómeno en su realidad más fría.

Recibimos de nuestros dispositivos una gran parte de la información acerca del mundo que nos rodea. En estos tiempos donde estamos acostumbrados a la información expedita, sentimos que si no estamos constantemente "conectados", nos "perderemos" de algo. Si nos estamos perdiendo de algo es de lo que está pasando justo frente a nosotros, cosas que no volverán a ocurrir, momentos y experiencias que no volveremos a vivir... nadie las subirá a YouTube para que podamos presenciarlas a la carta.

Nuestra productividad no ha sufrido mejor suerte que nuestras relaciones interpersonales. Hemos perdido la capacidad de enfocarnos en la tarea que tenemos por delante. Nos desorienta una tormenta de badges, push notifications, y alertas de una y mil aplicaciones con el objetivo de llamar nuestra atención. Poderlas atender una y todas es el nuevo ideal. Hemos cultivado y glorificado el fino arte del multi-tasking. Hemos ideado competencias de texting donde premiamos a participantes, cada vez más jóvenes, por su habilidad de teclear decenas de palabras por minuto. El contenido o calidad gramática de lo que teclean no es realmente relevante a los propósitos de la competición.

Sin embargo, allí está precisamente la paradoja. Quizás al hacer todo realmente no terminamos nada. ¿Estamos realmente siendo más productivos o estamos viviendo en una especie de videojuego? Por momentos respondemos a nuestros dispositivos como si las máquinas fuésemos nosotros. Muchos temen que algún día una máquina les remplace en el sitio laboral. Quizás el verdadero peligro no es que nos remplace una máquina sino que nos convirtamos en una.

Preocupa mucho a los expertos el uso de las redes sociales para desinformar, sumado a la proliferación de los dispositivos "inteligentes", y la falta de criterio de las masas. Tomar decisiones importantes de manera desinformada puede ser peligroso. A menudo respondemos a estos estímulos de manera reactiva y sin criterio alguno. Sobran las cuentas de Twitter que lo comprueban. Ese anhelo por el próximo estímulo y la impulsividad informática de viralizarlo son un fenómeno recurrente. Recientemente Facebook expresó preocupación por el uso de su portal por algunos para diseminar llamadas fake news para lograr fines específicos - a menudo para manipular la opinión pública. Esto es preocupante cuando se pondera el alcance de dispositivos en la palma de tantas manos.

Durante los recientes comicios presidenciales en Estados Unidos se acusó a uno de los candidatos de practicar lo que se conoce como post-truth politics. Sin entrar en política, el concepto consiste en hacer aseveraciones con muy poco fundamento en la verdad, pero que se alimentan de prejuicios y sentimientos existentes en el público. Esta práctica, por definición incita conducta impulsiva, viceral, de un individuo que va a tomar los hechos como ciertos sin corroborar su veracidad. La velocidad a la que se genera la información hoy en día hace cada vez más díficil corroborarla.

No hace mucho recibí un estudio que hizo la firma Ernst & Young (EY) titulado "The Future of Work". El estudio cita que unos 3.5 zettabytes de nueva información fue generada este año... Eso es más información de la que se había generado en los últimos 5,000 años. El mismo estudio calcula que la información contenida en una semana del New York Times contiene más información de la que podía esperar encontrar una persona promedio del Siglo XVIII en toda su vida. La innovación tecnológica aumenta de manera exponencial y el tiempo que tarda en desarrollarse disminuye de manera exponencial. Estos y otros hechos permiten extrapolar que es más probable que el juego nos consuma a que lo dominemos si no hacemos un esfuerzo consciente.

Por lo tanto, estimado narcomático, el primer paso para superar toda adicción es reconocer que tenemos un problema. El segundo es tomar una decisión consciente y comprometerse a superarla. Como siempre, esto va a suponer cambiar conductas que ya tenemos arraigadas. Sin embargo, si somos como aquel fumador que es un aplazador nato o, como harían otros fumadores, nos ubicamos en la columna de "narcomático social"... el objetivo del juego es llamar nuestra atención hasta que respondamos y parece ser evidente que, si no tomamos el camino anterior, vendrá tarde la realización de que hemos invertido nuestro tiempo, tiempo que no regresa, en algo que no nos ha dejado nada.