Destrucción Creativa

El proceso creativo no siempre es lineal. A veces se crea solamente para destruir y volver a crear algo mejor. Es una de las cosas que me tocó vivir de primera mano cuando algo que realmente me apasionaba fue destruido por "causa mayor". Esta es la parte donde podría arrojar al viento tantos refranes gastados como "no se trata de llegar al destino, sino de hacer el viaje". Sin embargo, son válidos algunos. Es muy cierto que cuando se vive, se entiende.

En el momento que me propuse fundar mi propia firma de asesoría, supe que la parte creativa me tendría la mente ocupada. Sin embargo, para los que nos gusta crear, una mente ocupada se convierte en una fuente abundante de motivación. Esta vez fue particularmente diferente. Fue muy personal y, de veras, me lo disfruté. Construí, destruí, y volví a construir algo nuevo de lo que estaba más orgulloso.

El camino hacia crear algo a menudo comienza con preguntarse "¿qué es lo que voy a crear?", "¿por qué?" y "¿cómo le llamaré?". Fui desde nombres de naturaleza geométrica y matemática hasta nombres profundamente simbólicos - ¡quizás hasta difíciles de descifrar! Cada nombre posible llevaba consigo una investigación extensa acerca de su contexto y por qué podía representar de manera digna aquello que simbolizaba. ¡En ese ejercicio aprendí muchísimo! De pronto, reflexionaba tras el timón de mi carro, en la mitad de un autopista, que debía ser algo muy simple con lo que toda persona pudiera relacionarse. Esa catarsis me llevó a descartar todo lo que tenía y a dirigirme en un sentido muy diferente al que llevaba. En tan sólo un par de horas ya tenía varias nuevas opciones.

Eso me trajo a la mente una playa donde sube la marea y se lleva todos los rastros del día. Las huellas de niños, atletas, y enamorados desaparecen. Los hoyos a los que corrían a esconderse esos cangrejitos -¡y a qué velocidad!- también se borran con el agua que acaricia la playa por la noche. Particularmente pensaba en los castillos o esculturas de arena que llevó tanto tiempo y dedicación construir cuidadosamente. Sin embargo, con el sol que despierta cada día a esa playa viene una hermosa oportunidad de crear nuevos recuerdos, de meter nuevamente las manos en la arena y volver a hacer realidad lo que puede ver nuestra mente.

Toda firma debe tener una identidad virtual, lo que obligatoriamente incluye un sitio web. Fue este sitio web precisamente el que me regaló la segunda oportunidad en este viaje de desprenderme por completo de algo y destruirlo para volver a crear algo mejor. Había ya avanzado aproximadamente un 85% cuando decidimos adquirir una dirección web o dominio diferente. Por lo tanto, estuve ante la decisión de hacer una copia idéntica sobre un nuevo dominio y terminarla, o considerar un nuevo inicio. Opté por la segunda. Lógicamente, reutilicé parte de lo que ya tenía, pero lo hice sobre un lienzo nuevo y, por lo tanto, implicaba obligatoriamente reimaginar lo que estaba trabajando.

Al igual que con el nombre de la firma, la reconstrucción del sitio web es algo con lo que estoy aún más satisfecho. Eso es lo que me inspiró a escribir esta reflexión. ¡Perdamos el miedo! Lo cierto es que ese trabajo, que ha sido destruido en un momento dado, no es más que el reflejo de lo que hemos sido capaces de lograr. Por lo tanto, si ponemos nuevamente nuestro arsenal de habilidades a buen eso, es de esperarse que resultará algo igual o mejor. Si vemos el reto de reconstruir como otra oportunidad de CREAR, sin duda nos sorprenderemos ante el resultado - ¡o quizás no!

Primero, este será un proceso que sólo haremos por necesidad... porque la otra alternativa es aceptar la derrota. Me viene a la mente aquella experiencia por la que pasa todo universitario en algún momento. Se zambulle de cabeza en una disertación o ensayo por incontables horas la última semana del plazo, para perderlo todo de alguna forma tenebrosa 2 días antes de la fecha de entrega. El segundo episodio de una buena parte de esas anécdotas consiste en igual cantidad de horas, compactadas en 2 días de desvelo y estrés intolerable sólo para llegar a un final feliz. A menudo, surgen lazos de amistad con personas con las que no hubiésemos compartido de otra forma, aprendemos nuevas cosas sobre el mismo tema que estábamos desarrollando -que la primera vez se nos habían escapado- y frecuentemente aprendemos más sobre nosotros mismos que sobre la materia.

Los dejo con la imagen del emblemático arbolito bonsai del Japón, que con cada poda va embelleciéndose y madurando. No se da por vencido aunque que cada vez que se extiende se encuentre una tijera. El bonsai busca otro camino y continúa de manera incansable aspirando a alcanzar su potencial máximo. El conocimiento o reflexión verdadera viene cuando nos desprendemos de lo creado y comenzamos a destruir a propósito, a podar nuestro bonsai. Con el tiempo estas experiencias nos llevan a destruir de manera entregada porque disfrutamos el proceso de crear nuevamente. Nos hacemos creadores por amor a crear, por amor al proceso, no al resultado.

-JR Fábrega